El español da un jaque en el tablero mundial
Uno de cada diez cuidadanos en el mundo hablará pronto la lengua de Cervantes, con Estados Unidos a la cabeza. Dominarlo es una ventaja laboral evidente (El País de hace unos días)
En Miami un trabajador bilingüe inglés-español gana, de media, 8.000
dólares más que uno monolingüe. Una cantidad que aumenta si se trata de
directivos. Porque el español ha dejado de ser una herencia familiar a
preservar para convertirse en una herramienta utilísima de trabajo.
Tanto, que en Florida no se pueden cerrar algunos tratos sin este de por
medio. El bilingüismo se está instalando ya en Nueva York y pronto
manejarse en ambos idiomas será un plus en todo Estados Unidos. No es
una exageración, la primera potencia del mundo, que en poco tiempo ha
pasado de 36 a 52 millones de hispanohablantes, será en 2050 la que más
lo habla. Y dentro de tres generaciones, el 10% de la población mundial
podrá comunicarse en español, además de ser oficial en 21 países, la
segunda lengua de comunicación internacional y la tercera más utilizada
en Internet (136 millones de usuarios en 2008, 8% de la audiencia),
según el estudio El español en la Red (Fundación Telefónica,
2010), por detrás del inglés y del chino. Los números no dejan duda,
está excelentemente posicionado en el tablero mundial – millones de
personas lo estudian y 500 lo hablan (450 como primera)– y debe sacar
partido de este dominio. Aunque no es fácil, otros países como el
francés, usado en la diplomacia, o el alemán, más comercial, no quieren
perder terreno.
CUESTIÓN DE ESTADO
El español es cuestión de Estado y el nuevo Gobierno del Partido
Popular lo lleva por bandera. Es un valor económico no cuantificable que
aumenta cuanto más se habla. Un botón que da idea de su potencia:
237.000 estudiantes del ELE (Español como Lengua Extranjera) generaron
463 millones de euros en 2007, frente a 130.000 alumnos y 255 millones
en 2000. “Una lengua posee grandes propiedades económicas –como destreza
o herramienta de comunicación social, como elemento identitario y como
soporte creativo– y es, ante todo, un bien que multiplica el potencial
comunicativo de una colectividad”, afirman Juan Carlos Jiménez y
Aránzazu Narbona en El español en los flujos económicos internacionales
(Fundación Telefónica, 2012). “Además, reduce los costes de transacción
al igual que lo hace una moneda común y es amortiguadora de la
distancia psicológica entre los mercados, ya que compartir una lengua es
un factor favorable de inserción empresarial en otros mercados de
acogida”.
En el plano económico, con América Latina en pleno desarrollo, el
español avanza. “El hispano ya no es un señor que llega a recoger
tomates. Ha estudiado, subido socialmente y tiene sus negocios. Por eso
desde hace 15 años las familias hablan a los niños en la lengua materna,
se han dado cuenta de que, luego, es una ventaja laboral”, recuerda
Francisco Moreno Fernández, director académico del Instituto Cervantes.
“El 65% de los universitarios estadounidenses estudia español.Son
conscientes de su utilidad”, continúa. Incluso la escuela de literatura
más prestigiosa de Estados Unidos, integrada en la Universidad de Iowa
–por la que han pasado como alumnos o profesores John Irving, Philip
Roth o John Cheever– acaba de inaugurar un curso de escritura en
español.
No hay que olvidar que su fortaleza mercantil existe también en el campo
de las artes. La edición de libros en español en otros países aumenta y
hay más demanda que oferta; el pop, con Shakira y los Grammy Latinos a
la cabeza, arrasa; el modo de trabajo de las orquestas venezolanas se ha
exportado a medio mundo; no cesa la apertura de cadenas de televisión
–incluso un canal de noticias iraní o dos nuevas de la Fox, que cuenta
también con una web de noticias–; el arte latinoamericano alcanza
precios nunca imaginados en las subastas internacionales o el 25% de las
obras de artistas nuevos que compra la Tate Modern de Londres provienen
del subcontinente. El reto ahora es que esta “moda” perdure en el
tiempo y sea una vía para difundir el idioma.
“Si se abrieran 50 Cervantes más en Estados Unidos se llenarían”,
asegura Víctor García de la Concha, al frente del instituto, contento de
que el español deje de ser “estigmatizado, vinculado a una lengua de
inmigrantes que plantea problemas”. Aunque la primera potencia mundial
no es el único objetivo. El Cervantes de Pekín, con más de 3.000
alumnos, da idea de la pujanza. “En China está muy valorado hablar otras
lenguas. Tiran por el inglés por ser la lengua franca y por la
presencia histórica de Reino Unido en Asia. Pero el español tiene su
sitio, como el japonés. No solo porque hay muchos chinos viviendo en
América Latina, sino porque los contactos bilaterales por comercio son
muy intensos”, explica Moreno Fernández.
“No va a darse la vuelta a la tortilla. El inglés va a seguir siendo
el idioma comercial y científico, pero somos conscientes de la
proyección del español. Antes de defender su proyecto de fin de grado en
inglés, los alumnos tienen que pasar un examen en castellano”, explica
Miguel Larrañaga, vicerrector de la IE University. El 65% de los que
estudian en inglés son extranjeros, de 70 nacionalidades, y llegan a su
campus de Segovia sabiendo la lengua de Shakespeare. “Les ofrecemos
español divididos en tres niveles”. Reconoce que su ubicación juega a
favor de IE. “Es como pasa con los Erasmus, España es el país que recibe
más estudiantes y no es tanto por la calidad de su enseñanza, como por
el idioma, el clima y la gente. Nosotros estamos en la lista de las
mejores escuelas de negocios del mundo y el castellano es un aliciente
más”.
Brasil es desde 2006 un foco de atención primordial. Está rodeado de
países hispanoparlantes y para sus negociaciones con sus socios de
Mercosur compartir la lengua facilita las cosas. Comenzó ese año a
aplicarse la llamada Ley del Español, que obliga a que todos los centros
de enseñanzas medias a ofrecerlo. Ya lo practican seis millones, aunque
su llegada a las aulas está siendo lenta. Se necesitarían 25.000
profesores y hay tan solo 6.000 y mal pagados. “Es desigual su
implantación. En Estados del sur de Brasil, con frontera con Argentina,
incluso se estudia más que el inglés. São Paulo, con 5.300 alumnos, es
después de Moscú el Cervantes con más gente. El tercero, Manila”,
sostiene Moreno Fernández.
España es receptor de muchos estudiantes europeos –.000 este año– y
su fuerza por todo el continente es imparable, aunque retrocede en las
instituciones. “Treinta millones de europeos se comunican así fuera de
España. En Italia hay muchos italianos y uruguayos, en los países
nórdicos, chilenos y colombianos…”, explica el director académico del
Cervantes. El campo de la investigación es uno de los puntos débiles del
español. “Tiene sentido que las publicaciones sean en inglés, pero se
puede hacer un trabajo de difusión científica en nuestro idioma”,
argumenta. Hoy, según un estudio realizado por la Royal Society
británica, el 35% de los artículos publicados en las revistas son de
colaboraciones científicas de varios países, por lo que es evidente que
la lengua vehicular seguirá siendo en inglés. Lo que ha supuesto un gran
palo ha sido la patente única europea, que solo registra en inglés,
francés o alemán. Italia y España han recurrido la decisión ante el
Tribunal de Justicia de Luxemburgo.
En plena crisis el Cervantes, que ha cumplido 20 años, ha llegado a
acuerdos de colaboración con México (primer país en número de
parlantes). “Ellos tienen consulados en casi todas las ciudades de
Estados Unidos y a su vez ellos pueden usar nuestras sedes por todo el
mundo”, explica Moreno Fernández. Y aspiran a ocupar más espacios
propios en las universidades extranjeras, un formato más rentable que el
de la apertura de centros.
Las palabras de columnista de The New York Times Nicholas D.
Kristoff, ganador de dos Pulitzer, resumen muy bien la situación: “El
estudio del chino permite acceder a una de las grandes civilizaciones
del mundo y abre muchísimas oportunidades. Así que animad a vuestros
hijos a que se adentren en el glamoroso mundo del mandarín, pero no
olvidéis algo que probablemente será fundamental en su vida: ¡el idioma
más importante es el español!”. Ahora el propósito de los gobernantes es
hacerlo entender, porque como dice el director de la Real Academia
Española, Víctor García de la Concha, “si tardamos 15 años en llegar, el
campo estará tomado”.
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